Me hubiera gustado despedirme como es debido,
pero no me atrevía a que me vieses partir con esos ojos tuyos,
tampoco me atrevía a que tus oídos tuvieran que soportar un adiós saliendo de mi boca,
a dejar un último sabor en tus labios,
ni mucho menos me atreví a quemar la piel con una última caricia o abrazo.