Me despertó el pitido de la maquina de café, llamando la atención para que fuese apagada, no vi a Sofía a mi lado así que pensé que habría sido ella la que puso la cafetera en marcha y que estaría abajo.
Baje las escaleras perezosamente con el constante pitido de la máquina, esperaba verla en la cocina pero solo estaba la presencia del aroma a café, serví ambos cafés y fui a ver si la encontraba en el jardín, pero tampoco estaba, empecé a recorrer la casa y parecía no haber rastro de ella por ningún sitio, grite su nombre repetidas veces y solamente el eco y el posterior silencio era toda la respuesta que recibía.
Me vestí y salí a la calle por si hubiese ido a comprar algo para desayunar, la comida o algo, di vueltas a la manzana pero no había rastro, ni un alma tampoco a quien preguntar por ella, volví a casa sin mucha idea de saber que hacer, el café nunca me había sentado tan pesado y costado tanto de tragar, la presión en mi estomago y en mi corazón era lo peor que había sentido, no sabia que podría llegar a tener esas sensaciones…
Deambule por la casa revisando cada rincón por si se me hubiese escapado algún detalle o alguna nota en el suelo, volvía a recorrer la casa para rememorar los momentos que pase en ella, recogí mis bártulos y los baje a los pies de la escalera, salí al jardín por una última vez poder respirar cada distinguido aroma que de el emanaba, despidiéndome por ultimo del jazmín que siempre era ha sido y fue protagonista de esta casa.
Deje todo ordenado, termine de vestirme, di un ultimo vistazo a aquel palacio blanco y salí por la puerta cerrando una puerta, pero abriendo otra puerta en mi interior de pena y desasosiego, me deje guiar por la calle hasta el final de esta, entre la niebla, gire la cabeza por última vez para ver la fachada de la casa, pero había desaparecido, en mitad de las dos casas conjuntas solo había el hueco de donde salí, entendí entonces, o eso sigo intentando auto convencerme , de que fue un simple sueño, aunque de ser así , porque era tan real lo que sentía bajo mi pecho?
Sea como fuere, siempre recordare mi estancia en la Casa de Marfil, en el nº 7 .
16 de septiembre de 2011
13 de septiembre de 2011
La casa de marfil. Parte 3
Subí las escaleras mientras su pies colgados me iban abrazando lentamente la cintura y mientras una de sus manos apretaba mi espalda para sujetarse más, la otra recorría mi cuello a la vez que por el otro lado lo hacía su mejilla, acariciando aquellos lugares que después iba besando lentamente, paré un momento y la dejé sentada sobre las escaleras, me arrodillé ante ella y seguimos besándonos lentamente mientras me iba abriendo la camisa.
Se levantó y seguí sus brillantes pasos hasta su cuarto, donde me esperaba apoyada en el marco de la puerta, sonriendo , volví a tomarla en brazos y cuando ya la tuve cogida la posé lentamente sobre la cómoda, deslizó sus manos por mi cuello metiéndolas por dentro de mi camisa, dejando que se deslizara lentamente hasta que llegó al suelo, dejando mi torso al descubierto, sobre el que apoyó sus manos y fue recorriendo hasta dejar una mano en mi cuello y otra en mi espalda, acercándome hacia ella…
Fui acercándome cada vez mas hacia sus labios, sabían a lo que debía saber la miel, no estaba seguro ya que nunca la había probado, pero si noté como se iban derritiendo a cada beso, a cada caricia, a cada mordisco.
Terminamos dejando un puzle de ropa que ponía dirección a su cama, en ella encontramos en el otro, quizá, una parte que no sabíamos que existía, las plumas de los cojines salían a volar entre inhalación y exhalación , su pelo, su pelo me tapaba la visión de su rostro cada vez que nos revolcábamos y nos enredábamos con las sabanas, tan solo podía entrever su sonrisa, y sentir sus leves arañazos por mi espalda, terminé durmiendo abrazado a ella mientras me cogía de la mano y besando su espalda, buenas noches princesa…
Se levantó y seguí sus brillantes pasos hasta su cuarto, donde me esperaba apoyada en el marco de la puerta, sonriendo , volví a tomarla en brazos y cuando ya la tuve cogida la posé lentamente sobre la cómoda, deslizó sus manos por mi cuello metiéndolas por dentro de mi camisa, dejando que se deslizara lentamente hasta que llegó al suelo, dejando mi torso al descubierto, sobre el que apoyó sus manos y fue recorriendo hasta dejar una mano en mi cuello y otra en mi espalda, acercándome hacia ella…
Fui acercándome cada vez mas hacia sus labios, sabían a lo que debía saber la miel, no estaba seguro ya que nunca la había probado, pero si noté como se iban derritiendo a cada beso, a cada caricia, a cada mordisco.
Terminamos dejando un puzle de ropa que ponía dirección a su cama, en ella encontramos en el otro, quizá, una parte que no sabíamos que existía, las plumas de los cojines salían a volar entre inhalación y exhalación , su pelo, su pelo me tapaba la visión de su rostro cada vez que nos revolcábamos y nos enredábamos con las sabanas, tan solo podía entrever su sonrisa, y sentir sus leves arañazos por mi espalda, terminé durmiendo abrazado a ella mientras me cogía de la mano y besando su espalda, buenas noches princesa…
12 de septiembre de 2011
La casa de marfil. Parte 2
Sin quererlo, lo que pretendia ser solo un desayuno paso a una comida y una cena tras las que nos fuimos conociendo cada vez más, su nombre era Sofía…
Pase mas de una noche en aquella casa de marfil, en una de esas noches me despertó una constante y fuerte tos que venia de su cuarto, me levante corriendo para ver que le ocurría, la vi sentada en el suelo del baño respirando lo poco que podía entre tosido y tosido, en una de esas manchas como rubíes rojos caían sobre el suelo, sus manos también estaban manchadas de sangre .
Preocupado por no saber que hacer le pregunte que le ocurría y si había algún tipo de pastillas que se estuviera tomando para lo que le estaba pasando, levanto la mano costosamente y me señalo el armario detrás del espejo, le di las pastillas y pareció calmarse, pero se notaba el cansancio y como lo que fuese que estuviese en su interior se iba apoderando de su cuerpo, no podía dejarla ahí y la cogí en brazos hasta posarla lentamente sobre su cama, limpie la sangre que recorría su boca y su cuello , sin darme cuenta se durmió y no pude evitar besar su mejilla, buenas noches…
A la mañana siguiente no bajo a desayunar y tampoco subí a preguntar por no agobiarla.
Se dejo ver mientras la noche iba apartando al día de los cielos, como siempre, con su batín blanco se fue deslizando silenciosamente hasta entrar en la cocina, me puso una mano sobre la espalda que seguidamente fue rodeándome hasta abrazarme, me di la vuelta para abrazarla también y entre el ruido de los grillos del jardín pude escuchar como me daba las gracias por haberla llevado hasta su cama, seguidamente, me beso.
Mi manos siguieron el recorrido que una vez hicieron mis ojos y utilizaron el batín como lienzo para perfilar su figura, esculpiéndola con mis manos, la apreté contra mi y olí el jazmín que se enredaba en su pelo, volví a besarla y durante el beso la cogí y la subí a la mesa de la cocina mientras seguimos besándonos lentamente, en cada beso que nos encontrábamos iba descubriendo poco a poco que me había terminado enamorando de ella en mi estancia con ella y cada beso parecía dar un pequeño vuelco a mi corazón.
Tumbe su cuerpo sobre la mesa, y todo empezó a cobrar un tenue color blanquecino, a medida que recorría más y más su cuerpo, todo se volvía suave y esponjoso, como si fuese un sueño, la cogí en brazos y puse rumbo a su dormitorio, nos olvidamos el batín sobre la mesa…
Pase mas de una noche en aquella casa de marfil, en una de esas noches me despertó una constante y fuerte tos que venia de su cuarto, me levante corriendo para ver que le ocurría, la vi sentada en el suelo del baño respirando lo poco que podía entre tosido y tosido, en una de esas manchas como rubíes rojos caían sobre el suelo, sus manos también estaban manchadas de sangre .
Preocupado por no saber que hacer le pregunte que le ocurría y si había algún tipo de pastillas que se estuviera tomando para lo que le estaba pasando, levanto la mano costosamente y me señalo el armario detrás del espejo, le di las pastillas y pareció calmarse, pero se notaba el cansancio y como lo que fuese que estuviese en su interior se iba apoderando de su cuerpo, no podía dejarla ahí y la cogí en brazos hasta posarla lentamente sobre su cama, limpie la sangre que recorría su boca y su cuello , sin darme cuenta se durmió y no pude evitar besar su mejilla, buenas noches…
A la mañana siguiente no bajo a desayunar y tampoco subí a preguntar por no agobiarla.
Se dejo ver mientras la noche iba apartando al día de los cielos, como siempre, con su batín blanco se fue deslizando silenciosamente hasta entrar en la cocina, me puso una mano sobre la espalda que seguidamente fue rodeándome hasta abrazarme, me di la vuelta para abrazarla también y entre el ruido de los grillos del jardín pude escuchar como me daba las gracias por haberla llevado hasta su cama, seguidamente, me beso.
Mi manos siguieron el recorrido que una vez hicieron mis ojos y utilizaron el batín como lienzo para perfilar su figura, esculpiéndola con mis manos, la apreté contra mi y olí el jazmín que se enredaba en su pelo, volví a besarla y durante el beso la cogí y la subí a la mesa de la cocina mientras seguimos besándonos lentamente, en cada beso que nos encontrábamos iba descubriendo poco a poco que me había terminado enamorando de ella en mi estancia con ella y cada beso parecía dar un pequeño vuelco a mi corazón.
Tumbe su cuerpo sobre la mesa, y todo empezó a cobrar un tenue color blanquecino, a medida que recorría más y más su cuerpo, todo se volvía suave y esponjoso, como si fuese un sueño, la cogí en brazos y puse rumbo a su dormitorio, nos olvidamos el batín sobre la mesa…
La casa de marfil. Parte 1
Tocando puerta tras puerta he recorrido las calles, he recorrido el mundo, hasta que llegué a una puerta blanca que por Cielo tenía nombre, volví a tocar sin mucha esperanza de poder encontrar lo que tanto tiempo he andado buscando.
Me abrió una persona que apenas pude ver, ya que me cegaba una luminosa luz, me preguntó mi nombre y sin quererlo, este se hizo paso a través de mis labios hasta pronunciarse, después me invito a pasar.
La casa olía a jazmín y todo brillaba como si cada objeto tuviese luz propia, como si la casa entera hubiese sido esculpida con marfil y mármol blanco, veía alejarse esa figura, empezó a olerse un ligero olor a café y me preguntó si quería desayunar, evitando querer ser o parecer un aprovechado le dije que no, pero mis tripas gruñeron con suficiente fuerza como para que se hicieran oír, sonrió y puso un plato más en la mesa.
El desayuno paso rápidamente mientras le contaba lo que había ido aprendiendo del mundo y de la gente que he ido conociendo de puerta en puerta, como cambiaban tanto de una a otra siendo vecinos y como eran de parecidas las personas que les separaban cientos de kilómetros…
Cuando hube terminado de contarle lo vivido, me cogió de la mano y me llevó a su jardín, que manos más suaves... Me contó que las flores y plantas, aun a pesar de ser también de la misma especie, muchas cambiaban de comportamiento, mientras que otras apenas guardaban diferencia, aunque obviamente todas buscan el sol.
Cada flor que acariciaba para mostrarme era más bella que al anterior, pero no podía evitar mirar sus manos en cada muestra, aún a pesar de que trabajase la tierra se las veía delicadas, suaves y de un blanco brillante como el interior de la casa, como si perteneciesen el uno al otro, nos sentamos en una mesita que tenía en medio del jardín y ahí continuamos hablando sobre flores y sobre la vida.
A cada palabra que ella parecía susurrar no podía quitar la mirada de sus labios, seguía cada fina línea de su cuerpo, observándola, queriendo memorizar cada rasgo de aquel maravilloso ser.
Me abrió una persona que apenas pude ver, ya que me cegaba una luminosa luz, me preguntó mi nombre y sin quererlo, este se hizo paso a través de mis labios hasta pronunciarse, después me invito a pasar.
La casa olía a jazmín y todo brillaba como si cada objeto tuviese luz propia, como si la casa entera hubiese sido esculpida con marfil y mármol blanco, veía alejarse esa figura, empezó a olerse un ligero olor a café y me preguntó si quería desayunar, evitando querer ser o parecer un aprovechado le dije que no, pero mis tripas gruñeron con suficiente fuerza como para que se hicieran oír, sonrió y puso un plato más en la mesa.
El desayuno paso rápidamente mientras le contaba lo que había ido aprendiendo del mundo y de la gente que he ido conociendo de puerta en puerta, como cambiaban tanto de una a otra siendo vecinos y como eran de parecidas las personas que les separaban cientos de kilómetros…
Cuando hube terminado de contarle lo vivido, me cogió de la mano y me llevó a su jardín, que manos más suaves... Me contó que las flores y plantas, aun a pesar de ser también de la misma especie, muchas cambiaban de comportamiento, mientras que otras apenas guardaban diferencia, aunque obviamente todas buscan el sol.
Cada flor que acariciaba para mostrarme era más bella que al anterior, pero no podía evitar mirar sus manos en cada muestra, aún a pesar de que trabajase la tierra se las veía delicadas, suaves y de un blanco brillante como el interior de la casa, como si perteneciesen el uno al otro, nos sentamos en una mesita que tenía en medio del jardín y ahí continuamos hablando sobre flores y sobre la vida.
A cada palabra que ella parecía susurrar no podía quitar la mirada de sus labios, seguía cada fina línea de su cuerpo, observándola, queriendo memorizar cada rasgo de aquel maravilloso ser.
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