Fui haciendo paradas allí donde podía dejar momentáneamente su cuerpo para seguir comiendo aquel cuello lentamente, sobre la mesa, alguna cajonera, hasta que llegamos rodando por las paredes del pasillo hasta su habitación y apoyando mi rodilla sobre la cama la fui posando delicadamente como si fuese a romperse.
Desabroche y fui besando el cuerpo que este iba mostrando, exhalaba mi aliento sobre sus pezones, lamiéndolos pasando la punta de mi lengua por ellos hasta que estos se iban endureciendo cada vez más y entonces los mordía suavemente mientras mi otra mano hacía lo mismo con su otro pecho. Mis manos y mi boca bajaban al unísono por su vientre hasta sus caderas, siendo rodeadas y abiertas lentamente por mis manos que fueron abriendo lentamente sus muslos, mi boca siguió bajando hasta su parte mas privada donde volví a exhalar mi aliento sobre su ropa interior lo suficientemente cerca y pegando mi boca a esta para que notase el calor que salía de mi boca y que después empezase a morder intentando traspasar aquella ligera prenda.
Escritos
29 de enero de 2012
25 de enero de 2012
Juegos en la escalera (Parte2)
Llegamos al portal a horas que no eran las de siempre, todo en penumbra en aquellos momentos y arrojando sombras sobre los escalones, buzones y sobre el ascensor que parecía dormir hasta volver a ponerse en marcha.
Entramos en el ascensor al igual que saliamos, sujetandole la puerta mientras que ella giraba sobre si misma hasta que darse con la cabeza baja para posteriormente de un gesto apartarse el pelo de un gesto, entre y apoye mi espalda en una de las paredes, quedándonos observándonos mutuamente. Me acerqué lentamente hasta escasos centímetros de sus labios, puse mi mano sobre su mejilla y la acerqué a los míos hasta que quedaron unidos, apenas 5 segundos… me separe pidiéndole disculpas por si le había molestado. Se quedo en silencio, dejo caer el bolso, me miró fijamente y se abalanzó sobre mi sin darme tiempo a coger aire, con lo que el siguiente beso me dejo sin respiración, mientras cogía su cintura, apretándola contra la mía.
Rodamos por el interior de aquel cuadrado tan cargado de tensión día tras día y la fuimos aliviando en apenas unos segundos, el cristal se empañaba cuando apoyábamos las manos y se borraba al deslizar los dedos. Sonó el pitido que indicaba la llegada a su piso, salio del ascensor arreglándose y en el momento en que le decía buenas noches me cogio del cuello y me tiro hacia ella de nuevo en el momento en que las puertas del ascensor iban a cortar mis palabras y sus labios volvieron a encargarse de eso. Entramos a oscuras en su casa, la tenue luz de las farolas de la calle entraba filtrándose pro las cortinas de su salón, dibujando las siluetas de los muebles que se hallaban dormidos, todo estaba en silencio, desapareció adentrándose en los pasillos de su hogar sin necesidad de luz alguna y mientras intentaba no golpearme con ninguno de los objetos que allí residían decidí esperar a que se encendiera alguna luz para poder guiarme.
Salio a recibirme con un camisón y una fina bata que perfilaba cada contorno de su cuerpo, y las partes que no quedaban pegadas a su cuerpo daba la impresión de que era parte de una escultura sin terminar, se acercó a mi paralizado cuerpo, me beso una vez más, otra vez, bajo hasta mi cuello y ahí empecé a reaccionar. Correspondí cada beso, caricia, mirada y mordisco sobre su piel, me fue quitando la ropa a la vez que me iba guiando hasta, lo que yo suponía era su dormitorio, mi ropa fue cayendo y a formar parte del suelo. No llegamos mas haya del marco de la puerta del salón que ya me estaba desabrochando los botones de la camisa mientras miraba como lo hacía y a cada botón que abría mi camisa iba besándome el pecho, bajando cada vez más, sin dejar de besar y morderme.
Cuando hubo llegado al final de ésta rodeo mi cuerpo con sus brazos y subió las manos pro mi espalda hasta mis hombros, juntándonos momentáneamente hasta que termino de quitarme la camisa, entonces la luz volvió a tomar parte de la escena y perfilo mi cuerpo, dibujando mis brazos, hombros, cuello y torso mientras ella me observaba lentamente tratando de memorizar cada línea a la vez que se mordía los labios.
Rodeé su cuerpo y lo fui acercando cada vez más al mío, fui bajando besando su cuello, su clavícula y pasé el resto de su cuerpo exhalando sobre el y transmitiéndole mi calor hasta que mis manos quedaron en la parte baja de su espalda, baje las manos, acaricié su cuelo por encima de aquel camisón e introduje mis manos por dentro de sus muslos abriéndolos lentamente y le levante con mis brazos, pegando ahora su cintura con la mía, su pecho con el mío y sus labios con los míos.
Puse rumbo a su habitación…
Entramos en el ascensor al igual que saliamos, sujetandole la puerta mientras que ella giraba sobre si misma hasta que darse con la cabeza baja para posteriormente de un gesto apartarse el pelo de un gesto, entre y apoye mi espalda en una de las paredes, quedándonos observándonos mutuamente. Me acerqué lentamente hasta escasos centímetros de sus labios, puse mi mano sobre su mejilla y la acerqué a los míos hasta que quedaron unidos, apenas 5 segundos… me separe pidiéndole disculpas por si le había molestado. Se quedo en silencio, dejo caer el bolso, me miró fijamente y se abalanzó sobre mi sin darme tiempo a coger aire, con lo que el siguiente beso me dejo sin respiración, mientras cogía su cintura, apretándola contra la mía.
Rodamos por el interior de aquel cuadrado tan cargado de tensión día tras día y la fuimos aliviando en apenas unos segundos, el cristal se empañaba cuando apoyábamos las manos y se borraba al deslizar los dedos. Sonó el pitido que indicaba la llegada a su piso, salio del ascensor arreglándose y en el momento en que le decía buenas noches me cogio del cuello y me tiro hacia ella de nuevo en el momento en que las puertas del ascensor iban a cortar mis palabras y sus labios volvieron a encargarse de eso. Entramos a oscuras en su casa, la tenue luz de las farolas de la calle entraba filtrándose pro las cortinas de su salón, dibujando las siluetas de los muebles que se hallaban dormidos, todo estaba en silencio, desapareció adentrándose en los pasillos de su hogar sin necesidad de luz alguna y mientras intentaba no golpearme con ninguno de los objetos que allí residían decidí esperar a que se encendiera alguna luz para poder guiarme.
Salio a recibirme con un camisón y una fina bata que perfilaba cada contorno de su cuerpo, y las partes que no quedaban pegadas a su cuerpo daba la impresión de que era parte de una escultura sin terminar, se acercó a mi paralizado cuerpo, me beso una vez más, otra vez, bajo hasta mi cuello y ahí empecé a reaccionar. Correspondí cada beso, caricia, mirada y mordisco sobre su piel, me fue quitando la ropa a la vez que me iba guiando hasta, lo que yo suponía era su dormitorio, mi ropa fue cayendo y a formar parte del suelo. No llegamos mas haya del marco de la puerta del salón que ya me estaba desabrochando los botones de la camisa mientras miraba como lo hacía y a cada botón que abría mi camisa iba besándome el pecho, bajando cada vez más, sin dejar de besar y morderme.
Cuando hubo llegado al final de ésta rodeo mi cuerpo con sus brazos y subió las manos pro mi espalda hasta mis hombros, juntándonos momentáneamente hasta que termino de quitarme la camisa, entonces la luz volvió a tomar parte de la escena y perfilo mi cuerpo, dibujando mis brazos, hombros, cuello y torso mientras ella me observaba lentamente tratando de memorizar cada línea a la vez que se mordía los labios.
Rodeé su cuerpo y lo fui acercando cada vez más al mío, fui bajando besando su cuello, su clavícula y pasé el resto de su cuerpo exhalando sobre el y transmitiéndole mi calor hasta que mis manos quedaron en la parte baja de su espalda, baje las manos, acaricié su cuelo por encima de aquel camisón e introduje mis manos por dentro de sus muslos abriéndolos lentamente y le levante con mis brazos, pegando ahora su cintura con la mía, su pecho con el mío y sus labios con los míos.
Puse rumbo a su habitación…
24 de enero de 2012
Juegos en la escalera Parte 1 (titulo provisional)
Día tras día tras día, la veía en el mismo sitio, a la misma hora y con la misma tensión, entre cuatro paredes transcurrían lentos los segundos y los pisos bajaban como si les costase dejar ir aquel receptáculo, el panel iba restando números cada vez mas lentamente hasta que el monótono y repetitivo pitido indicaba que habíamos llegado a nuestra planta. Siempre dejaba que saliese primero para ver como andaba mientras el sol la iluminaba como si fuese una aparición a trabes del rejado de la puerta que daba a la calle, guardaba delicadamente esos segundos hasta que volvía a reaccionar y corría para abrirle la puerta y una vez mas, poder volver a ver como se alejaba mientras decía un “gracias” mientras sonreía y me miraba…cada mañana la misma dulce tortura.
Llego un día en que tragándome y pisoteando toda mi vergüenza hasta lo mas bajo de mis pies le pregunte de salir a tomar algo en esos lentos viajes en los que coincidíamos diariamente.
Si! Aquella misma noche podía pasar a recogerla, cena, tomar algo y saber algo mas de aquel ángel que en vez de volar prefería usar el ascensor. Prepare ropa, alguna conversación interesante por si surgiese algún silencio, Dios nunca había estado tanto tiempo arreglándome el pelo ni preocupándome de que ponerme, por no hablar de los nervios que sentía, mejor cojo lo primero que encuentre, si no soy yo no vale la pena, el pelo? Mmm pues como siempre, para atrás!, vale vamos.
Llamo al timbre y me abre a la vez que contemplo cada centímetro de su cuerpo de pies a cabeza, menos mal que estoy bien del corazón, pensé, quizá a cualquier otro le hubiese podido dar un algo.
La cena transcurrió rápidamente entre copa de vino, risas, y miradas que acompañaban algún gesto juguetón. Al terminar caminamos por las calles de la ciudad sin rumbo previo ya que no volvimos a nombrar si seguiríamos con alguna copa, mientras pensaba en posibles sitios a donde llevarla, me saco de mis pensamientos diciéndome que tenía ganas de irse a casa porque estaba cansada, no puse objeción y lo bueno era que nos acompañaríamos mutuamente a casa de cada uno.
Llego un día en que tragándome y pisoteando toda mi vergüenza hasta lo mas bajo de mis pies le pregunte de salir a tomar algo en esos lentos viajes en los que coincidíamos diariamente.
Si! Aquella misma noche podía pasar a recogerla, cena, tomar algo y saber algo mas de aquel ángel que en vez de volar prefería usar el ascensor. Prepare ropa, alguna conversación interesante por si surgiese algún silencio, Dios nunca había estado tanto tiempo arreglándome el pelo ni preocupándome de que ponerme, por no hablar de los nervios que sentía, mejor cojo lo primero que encuentre, si no soy yo no vale la pena, el pelo? Mmm pues como siempre, para atrás!, vale vamos.
Llamo al timbre y me abre a la vez que contemplo cada centímetro de su cuerpo de pies a cabeza, menos mal que estoy bien del corazón, pensé, quizá a cualquier otro le hubiese podido dar un algo.
La cena transcurrió rápidamente entre copa de vino, risas, y miradas que acompañaban algún gesto juguetón. Al terminar caminamos por las calles de la ciudad sin rumbo previo ya que no volvimos a nombrar si seguiríamos con alguna copa, mientras pensaba en posibles sitios a donde llevarla, me saco de mis pensamientos diciéndome que tenía ganas de irse a casa porque estaba cansada, no puse objeción y lo bueno era que nos acompañaríamos mutuamente a casa de cada uno.
9 de enero de 2012
Una noche mas se iba cerrando con los locales que en la calle se encontraban
salí un momento para coger aire descargado de gente, sudor, humo y ruido.
Volví a entrar y una mano me cogió y con la misma levedad me senté al lado de aquella mano la cual recorrí hasta encontrarme con unos labios que incitaban a ser mordidos y un ser que parecía perdido y extenuado, una alas que no podían batirse mas, se plegaron tras de si.
Adonde iba, de donde venia, contestaciones simples y estúpidas pero acabo sonriendo y era suficiente.
Espere verla entrar otra vez pero ya no volví a ver su estela hasta el día siguiente en el que puede ver a aquel ser mas puro, abriéndose lentamente como una flor, las palabras engulleron el día, recorrieron calles hasta sentarse en las escaleras donde sorprendiéndome abrió sus alas y me abrazo con ellas y sus labios se abalanzaron sobre los míos volviéndose todo dulce y tierno.
salí un momento para coger aire descargado de gente, sudor, humo y ruido.
Volví a entrar y una mano me cogió y con la misma levedad me senté al lado de aquella mano la cual recorrí hasta encontrarme con unos labios que incitaban a ser mordidos y un ser que parecía perdido y extenuado, una alas que no podían batirse mas, se plegaron tras de si.
Adonde iba, de donde venia, contestaciones simples y estúpidas pero acabo sonriendo y era suficiente.
Espere verla entrar otra vez pero ya no volví a ver su estela hasta el día siguiente en el que puede ver a aquel ser mas puro, abriéndose lentamente como una flor, las palabras engulleron el día, recorrieron calles hasta sentarse en las escaleras donde sorprendiéndome abrió sus alas y me abrazo con ellas y sus labios se abalanzaron sobre los míos volviéndose todo dulce y tierno.
16 de septiembre de 2011
La casa de marfil. Parte 4 Final A.
Me despertó el pitido de la maquina de café, llamando la atención para que fuese apagada, no vi a Sofía a mi lado así que pensé que habría sido ella la que puso la cafetera en marcha y que estaría abajo.
Baje las escaleras perezosamente con el constante pitido de la máquina, esperaba verla en la cocina pero solo estaba la presencia del aroma a café, serví ambos cafés y fui a ver si la encontraba en el jardín, pero tampoco estaba, empecé a recorrer la casa y parecía no haber rastro de ella por ningún sitio, grite su nombre repetidas veces y solamente el eco y el posterior silencio era toda la respuesta que recibía.
Me vestí y salí a la calle por si hubiese ido a comprar algo para desayunar, la comida o algo, di vueltas a la manzana pero no había rastro, ni un alma tampoco a quien preguntar por ella, volví a casa sin mucha idea de saber que hacer, el café nunca me había sentado tan pesado y costado tanto de tragar, la presión en mi estomago y en mi corazón era lo peor que había sentido, no sabia que podría llegar a tener esas sensaciones…
Deambule por la casa revisando cada rincón por si se me hubiese escapado algún detalle o alguna nota en el suelo, volvía a recorrer la casa para rememorar los momentos que pase en ella, recogí mis bártulos y los baje a los pies de la escalera, salí al jardín por una última vez poder respirar cada distinguido aroma que de el emanaba, despidiéndome por ultimo del jazmín que siempre era ha sido y fue protagonista de esta casa.
Deje todo ordenado, termine de vestirme, di un ultimo vistazo a aquel palacio blanco y salí por la puerta cerrando una puerta, pero abriendo otra puerta en mi interior de pena y desasosiego, me deje guiar por la calle hasta el final de esta, entre la niebla, gire la cabeza por última vez para ver la fachada de la casa, pero había desaparecido, en mitad de las dos casas conjuntas solo había el hueco de donde salí, entendí entonces, o eso sigo intentando auto convencerme , de que fue un simple sueño, aunque de ser así , porque era tan real lo que sentía bajo mi pecho?
Sea como fuere, siempre recordare mi estancia en la Casa de Marfil, en el nº 7 .
Baje las escaleras perezosamente con el constante pitido de la máquina, esperaba verla en la cocina pero solo estaba la presencia del aroma a café, serví ambos cafés y fui a ver si la encontraba en el jardín, pero tampoco estaba, empecé a recorrer la casa y parecía no haber rastro de ella por ningún sitio, grite su nombre repetidas veces y solamente el eco y el posterior silencio era toda la respuesta que recibía.
Me vestí y salí a la calle por si hubiese ido a comprar algo para desayunar, la comida o algo, di vueltas a la manzana pero no había rastro, ni un alma tampoco a quien preguntar por ella, volví a casa sin mucha idea de saber que hacer, el café nunca me había sentado tan pesado y costado tanto de tragar, la presión en mi estomago y en mi corazón era lo peor que había sentido, no sabia que podría llegar a tener esas sensaciones…
Deambule por la casa revisando cada rincón por si se me hubiese escapado algún detalle o alguna nota en el suelo, volvía a recorrer la casa para rememorar los momentos que pase en ella, recogí mis bártulos y los baje a los pies de la escalera, salí al jardín por una última vez poder respirar cada distinguido aroma que de el emanaba, despidiéndome por ultimo del jazmín que siempre era ha sido y fue protagonista de esta casa.
Deje todo ordenado, termine de vestirme, di un ultimo vistazo a aquel palacio blanco y salí por la puerta cerrando una puerta, pero abriendo otra puerta en mi interior de pena y desasosiego, me deje guiar por la calle hasta el final de esta, entre la niebla, gire la cabeza por última vez para ver la fachada de la casa, pero había desaparecido, en mitad de las dos casas conjuntas solo había el hueco de donde salí, entendí entonces, o eso sigo intentando auto convencerme , de que fue un simple sueño, aunque de ser así , porque era tan real lo que sentía bajo mi pecho?
Sea como fuere, siempre recordare mi estancia en la Casa de Marfil, en el nº 7 .
13 de septiembre de 2011
La casa de marfil. Parte 3
Subí las escaleras mientras su pies colgados me iban abrazando lentamente la cintura y mientras una de sus manos apretaba mi espalda para sujetarse más, la otra recorría mi cuello a la vez que por el otro lado lo hacía su mejilla, acariciando aquellos lugares que después iba besando lentamente, paré un momento y la dejé sentada sobre las escaleras, me arrodillé ante ella y seguimos besándonos lentamente mientras me iba abriendo la camisa.
Se levantó y seguí sus brillantes pasos hasta su cuarto, donde me esperaba apoyada en el marco de la puerta, sonriendo , volví a tomarla en brazos y cuando ya la tuve cogida la posé lentamente sobre la cómoda, deslizó sus manos por mi cuello metiéndolas por dentro de mi camisa, dejando que se deslizara lentamente hasta que llegó al suelo, dejando mi torso al descubierto, sobre el que apoyó sus manos y fue recorriendo hasta dejar una mano en mi cuello y otra en mi espalda, acercándome hacia ella…
Fui acercándome cada vez mas hacia sus labios, sabían a lo que debía saber la miel, no estaba seguro ya que nunca la había probado, pero si noté como se iban derritiendo a cada beso, a cada caricia, a cada mordisco.
Terminamos dejando un puzle de ropa que ponía dirección a su cama, en ella encontramos en el otro, quizá, una parte que no sabíamos que existía, las plumas de los cojines salían a volar entre inhalación y exhalación , su pelo, su pelo me tapaba la visión de su rostro cada vez que nos revolcábamos y nos enredábamos con las sabanas, tan solo podía entrever su sonrisa, y sentir sus leves arañazos por mi espalda, terminé durmiendo abrazado a ella mientras me cogía de la mano y besando su espalda, buenas noches princesa…
Se levantó y seguí sus brillantes pasos hasta su cuarto, donde me esperaba apoyada en el marco de la puerta, sonriendo , volví a tomarla en brazos y cuando ya la tuve cogida la posé lentamente sobre la cómoda, deslizó sus manos por mi cuello metiéndolas por dentro de mi camisa, dejando que se deslizara lentamente hasta que llegó al suelo, dejando mi torso al descubierto, sobre el que apoyó sus manos y fue recorriendo hasta dejar una mano en mi cuello y otra en mi espalda, acercándome hacia ella…
Fui acercándome cada vez mas hacia sus labios, sabían a lo que debía saber la miel, no estaba seguro ya que nunca la había probado, pero si noté como se iban derritiendo a cada beso, a cada caricia, a cada mordisco.
Terminamos dejando un puzle de ropa que ponía dirección a su cama, en ella encontramos en el otro, quizá, una parte que no sabíamos que existía, las plumas de los cojines salían a volar entre inhalación y exhalación , su pelo, su pelo me tapaba la visión de su rostro cada vez que nos revolcábamos y nos enredábamos con las sabanas, tan solo podía entrever su sonrisa, y sentir sus leves arañazos por mi espalda, terminé durmiendo abrazado a ella mientras me cogía de la mano y besando su espalda, buenas noches princesa…
12 de septiembre de 2011
La casa de marfil. Parte 2
Sin quererlo, lo que pretendia ser solo un desayuno paso a una comida y una cena tras las que nos fuimos conociendo cada vez más, su nombre era Sofía…
Pase mas de una noche en aquella casa de marfil, en una de esas noches me despertó una constante y fuerte tos que venia de su cuarto, me levante corriendo para ver que le ocurría, la vi sentada en el suelo del baño respirando lo poco que podía entre tosido y tosido, en una de esas manchas como rubíes rojos caían sobre el suelo, sus manos también estaban manchadas de sangre .
Preocupado por no saber que hacer le pregunte que le ocurría y si había algún tipo de pastillas que se estuviera tomando para lo que le estaba pasando, levanto la mano costosamente y me señalo el armario detrás del espejo, le di las pastillas y pareció calmarse, pero se notaba el cansancio y como lo que fuese que estuviese en su interior se iba apoderando de su cuerpo, no podía dejarla ahí y la cogí en brazos hasta posarla lentamente sobre su cama, limpie la sangre que recorría su boca y su cuello , sin darme cuenta se durmió y no pude evitar besar su mejilla, buenas noches…
A la mañana siguiente no bajo a desayunar y tampoco subí a preguntar por no agobiarla.
Se dejo ver mientras la noche iba apartando al día de los cielos, como siempre, con su batín blanco se fue deslizando silenciosamente hasta entrar en la cocina, me puso una mano sobre la espalda que seguidamente fue rodeándome hasta abrazarme, me di la vuelta para abrazarla también y entre el ruido de los grillos del jardín pude escuchar como me daba las gracias por haberla llevado hasta su cama, seguidamente, me beso.
Mi manos siguieron el recorrido que una vez hicieron mis ojos y utilizaron el batín como lienzo para perfilar su figura, esculpiéndola con mis manos, la apreté contra mi y olí el jazmín que se enredaba en su pelo, volví a besarla y durante el beso la cogí y la subí a la mesa de la cocina mientras seguimos besándonos lentamente, en cada beso que nos encontrábamos iba descubriendo poco a poco que me había terminado enamorando de ella en mi estancia con ella y cada beso parecía dar un pequeño vuelco a mi corazón.
Tumbe su cuerpo sobre la mesa, y todo empezó a cobrar un tenue color blanquecino, a medida que recorría más y más su cuerpo, todo se volvía suave y esponjoso, como si fuese un sueño, la cogí en brazos y puse rumbo a su dormitorio, nos olvidamos el batín sobre la mesa…
Pase mas de una noche en aquella casa de marfil, en una de esas noches me despertó una constante y fuerte tos que venia de su cuarto, me levante corriendo para ver que le ocurría, la vi sentada en el suelo del baño respirando lo poco que podía entre tosido y tosido, en una de esas manchas como rubíes rojos caían sobre el suelo, sus manos también estaban manchadas de sangre .
Preocupado por no saber que hacer le pregunte que le ocurría y si había algún tipo de pastillas que se estuviera tomando para lo que le estaba pasando, levanto la mano costosamente y me señalo el armario detrás del espejo, le di las pastillas y pareció calmarse, pero se notaba el cansancio y como lo que fuese que estuviese en su interior se iba apoderando de su cuerpo, no podía dejarla ahí y la cogí en brazos hasta posarla lentamente sobre su cama, limpie la sangre que recorría su boca y su cuello , sin darme cuenta se durmió y no pude evitar besar su mejilla, buenas noches…
A la mañana siguiente no bajo a desayunar y tampoco subí a preguntar por no agobiarla.
Se dejo ver mientras la noche iba apartando al día de los cielos, como siempre, con su batín blanco se fue deslizando silenciosamente hasta entrar en la cocina, me puso una mano sobre la espalda que seguidamente fue rodeándome hasta abrazarme, me di la vuelta para abrazarla también y entre el ruido de los grillos del jardín pude escuchar como me daba las gracias por haberla llevado hasta su cama, seguidamente, me beso.
Mi manos siguieron el recorrido que una vez hicieron mis ojos y utilizaron el batín como lienzo para perfilar su figura, esculpiéndola con mis manos, la apreté contra mi y olí el jazmín que se enredaba en su pelo, volví a besarla y durante el beso la cogí y la subí a la mesa de la cocina mientras seguimos besándonos lentamente, en cada beso que nos encontrábamos iba descubriendo poco a poco que me había terminado enamorando de ella en mi estancia con ella y cada beso parecía dar un pequeño vuelco a mi corazón.
Tumbe su cuerpo sobre la mesa, y todo empezó a cobrar un tenue color blanquecino, a medida que recorría más y más su cuerpo, todo se volvía suave y esponjoso, como si fuese un sueño, la cogí en brazos y puse rumbo a su dormitorio, nos olvidamos el batín sobre la mesa…
La casa de marfil. Parte 1
Tocando puerta tras puerta he recorrido las calles, he recorrido el mundo, hasta que llegué a una puerta blanca que por Cielo tenía nombre, volví a tocar sin mucha esperanza de poder encontrar lo que tanto tiempo he andado buscando.
Me abrió una persona que apenas pude ver, ya que me cegaba una luminosa luz, me preguntó mi nombre y sin quererlo, este se hizo paso a través de mis labios hasta pronunciarse, después me invito a pasar.
La casa olía a jazmín y todo brillaba como si cada objeto tuviese luz propia, como si la casa entera hubiese sido esculpida con marfil y mármol blanco, veía alejarse esa figura, empezó a olerse un ligero olor a café y me preguntó si quería desayunar, evitando querer ser o parecer un aprovechado le dije que no, pero mis tripas gruñeron con suficiente fuerza como para que se hicieran oír, sonrió y puso un plato más en la mesa.
El desayuno paso rápidamente mientras le contaba lo que había ido aprendiendo del mundo y de la gente que he ido conociendo de puerta en puerta, como cambiaban tanto de una a otra siendo vecinos y como eran de parecidas las personas que les separaban cientos de kilómetros…
Cuando hube terminado de contarle lo vivido, me cogió de la mano y me llevó a su jardín, que manos más suaves... Me contó que las flores y plantas, aun a pesar de ser también de la misma especie, muchas cambiaban de comportamiento, mientras que otras apenas guardaban diferencia, aunque obviamente todas buscan el sol.
Cada flor que acariciaba para mostrarme era más bella que al anterior, pero no podía evitar mirar sus manos en cada muestra, aún a pesar de que trabajase la tierra se las veía delicadas, suaves y de un blanco brillante como el interior de la casa, como si perteneciesen el uno al otro, nos sentamos en una mesita que tenía en medio del jardín y ahí continuamos hablando sobre flores y sobre la vida.
A cada palabra que ella parecía susurrar no podía quitar la mirada de sus labios, seguía cada fina línea de su cuerpo, observándola, queriendo memorizar cada rasgo de aquel maravilloso ser.
Me abrió una persona que apenas pude ver, ya que me cegaba una luminosa luz, me preguntó mi nombre y sin quererlo, este se hizo paso a través de mis labios hasta pronunciarse, después me invito a pasar.
La casa olía a jazmín y todo brillaba como si cada objeto tuviese luz propia, como si la casa entera hubiese sido esculpida con marfil y mármol blanco, veía alejarse esa figura, empezó a olerse un ligero olor a café y me preguntó si quería desayunar, evitando querer ser o parecer un aprovechado le dije que no, pero mis tripas gruñeron con suficiente fuerza como para que se hicieran oír, sonrió y puso un plato más en la mesa.
El desayuno paso rápidamente mientras le contaba lo que había ido aprendiendo del mundo y de la gente que he ido conociendo de puerta en puerta, como cambiaban tanto de una a otra siendo vecinos y como eran de parecidas las personas que les separaban cientos de kilómetros…
Cuando hube terminado de contarle lo vivido, me cogió de la mano y me llevó a su jardín, que manos más suaves... Me contó que las flores y plantas, aun a pesar de ser también de la misma especie, muchas cambiaban de comportamiento, mientras que otras apenas guardaban diferencia, aunque obviamente todas buscan el sol.
Cada flor que acariciaba para mostrarme era más bella que al anterior, pero no podía evitar mirar sus manos en cada muestra, aún a pesar de que trabajase la tierra se las veía delicadas, suaves y de un blanco brillante como el interior de la casa, como si perteneciesen el uno al otro, nos sentamos en una mesita que tenía en medio del jardín y ahí continuamos hablando sobre flores y sobre la vida.
A cada palabra que ella parecía susurrar no podía quitar la mirada de sus labios, seguía cada fina línea de su cuerpo, observándola, queriendo memorizar cada rasgo de aquel maravilloso ser.
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